sábado, 15 de septiembre de 2012

Decálogo: Lo malo de la religión.


 1. Reconocer que el pensamiento religioso es dogmático: así aparente ser bondadoso y compasivo con las ideas de las personas, el pensamiento religioso divide a los seres humanos en quienes son complacientes con una idea poco clara y caprichosa de un creador, y quienes, de forma honesta, sincera e íntegra, son escépticos.
 2. Saber identificar que la religión es una empresa: no es algo desinteresado. El pensamiento religioso representa ingresos económicos y capitales familiares. Tal vez sea razonable aceptar la necesidad de la religión por este simple hecho. Pero no se puede negar que esto, más que nada, la hace tan humana como cualquier otra empresa. La religión da trabajos, sostiene familias y mueve capitales e inversiones.
 3. Saber reconocer que la religión es un atajo que da respuestas simples, pero falsas, sobre la complejidad y las paradojas de la existencia humana: la religión es un empresa que está en contra de la ambigüedad de las experiencias. Su pensamiento, de todo o nada, no reconoce grises; no reconoce dilemas morales complejos.
 4. Saber señalar el simple hecho, de que la religión no educa: la religión no enseña cosas nuevas. Solo confirma opiniones, como cualquier ideología. No permite entender el mundo de acuerdo a los descubrimientos personales de cada quien, sino que pide sumisión y aceptación sin crítica de unas premisas carentes de sentido en el mundo moderno. La religión solo educa en tradiciones, pero no educa para la creatividad y la innovación social y científica.
 5. Ver, siempre, que la religión se inspira, no en la bondad y el altruismo de las personas, sino en el miedo: en el miedo a no ser aceptado; a ser rechazado por quienes son creyentes, incluso si son los propios amigos y los propios familiares, por no cumplir las exigencias del grupo; es un miedo a no tener normas prescriptivas simples sobre la vida que ayuden a superar problemas emocionales y existenciales..
 6. La religión siempre está con las causas sociales y económicas más regresivas: los religiosos de Colombia no apoyaron a Antanas Mockus, apoyaron a Alvaro Uribe; el vaticano, en 1939, no apoyó a la resistencia judía de Polonia, apoyó a los nazis; las iglesias evangélicas de Estados Unidos apoyaron a George W. Bush, y fueron cómplices de su forma irresponsable para manejar el cobro de impuestos, una de las principales causas de la crisis financiera mundial, motivada por los intereses más deleznables. Los ejemplos históricos son abundantes.
 7. Recordar que la religión siempre rechaza la naturaleza humana: para la religión, las ideas infecciosas de valorar más a Dios siempre, son más importantes que el reconocimiento de la naturaleza humana que hay detrás de la homosexualidad, y en general, de la sexualidad humana. 8.
8. Ver que la religión siempre es una mala influencia para la gente más joven: la religión puede ser un paliativo necesario para las personas mayores. Ven a sus familiares y amigos morir, y requieren del consuelo de imaginar un mundo que los espera donde la crudeza de la mortalidad no ha dejado mella. Pero la religión, en las personas jóvenes, no es un consuelo existencial, sino que más bien opera como un conjunto de reglas arbitrarias que son aceptadas por la promesa que brindan de evitar malestares e infelicidades que las personas más jóvenes realmente no han experimentado todavía, y por ello, temen más de lo que deberían, y no saben reconocer como experiencias inevitables y necesarias en la vida. Las personas jóvenes que son dogmáticas con la religión, la usan para escapar de males amorosos, fracasos y posibles ignominias personales, que realmente nunca han experimentado. Eso los hace personas temerosas y dependientes de las normas de "Dios", que no son más que normas de hombres y mujeres que creen, erradamente, que ese dogmatismo les ayudó en la vida.
9. Saber distinguir que el amor a Dios es más egoísta que cualquier amor: el amor a Dios es el más egoísta, por la simple razón de que Dios no existe. Entonces, el propósito de ese amor es solo personal, de quien se droga con él. Amar a Dios, contrario a lo que insisten hacer creer las religiones, es solo amarse a sí mismo. Es un onanismo emocional, por decirlo de una manera más directa. El amor a Dios es un escape a las dificultades inherentes que hay en el amor hacia el otro ser humano. Es un escape a las sin razones del amor romántico, que por lo menos son naturales y de lo más sinceras. Es un escape a las desigualdades y sinrazones del amor hacia los padres. Una evitación de las tensiones del amor hacia los hijos. También es un escape al amor a otros seres humanos, que son y piensan diferente a nosotros. Las iglesias, entonces, no son lugares donde la gente sepa entenderse entre ellos mismos, sino que son lugares de monólogos, donde los predicadores enseñan un libreto de una sola dimensión, que no sabe reconocer la variedad de existencias y vidas que, desesperadas de su singularidad, corren hacia las iglesias para olvidar la soledad y la responsabilidad de tener una existencia que nadie más tiene y puede comprender. 
10. Ser ateo es un compromiso con la verdad. Puede genera antipatías, incomprensiones, o hasta perder el amor de seres queridos, porque aunque los ateos amamos a los creyentes, los creyentes más dogmáticos se distancian de los ateos más sinceros. Pero los ateos podríamos tener la razón. El problema, es que tener la razón y descubrir la verdad, para la humanidad, nunca es suficiente. El amor, el miedo, la verguenza, el orgullo, el gozo, el ágape, el asco, el resentimiento, el dolor y el odio, como emociones y sentimientos que llevan a Dios, son motivaciones que las personas no pueden abandonar, pero que tampoco se pueden explicar. Por eso, Dios es el consuelo que libera de la responsabilidad de saberse causante de estos malestares y estas emociones, aunque se quiera, al mismo tiempo, negar la propia voluntad y el propio deseo por estas emociones.
Nota: El ateísmo es puede ser una aproximación sincera e íntegra a la naturaleza humana. Sin embargo, la sociedad humana es una sociedad que valora más los engaños inconscientes y la manipulación de las propias experiencias, que la descripción real de los hechos. Por eso, tal vez el ateísmo es también un acto cruel y poco comprensivo con lo que somos capaces de entender los seres humanos en promedio.

miércoles, 22 de julio de 2009

Wittgenstein- El Mundo y el Lenguaje




Luding Wittgenstein desde sus primeros esfuerzos filosóficos parece haber tomado una postura muy radical. Tan radical que pareciera negar toda la historia de la filosofía. Sin embargo, su propuesta inicial no parece tan descabellada. De hecho, no es tan diferente de la de otros filósofos del lenguaje, como John Searle. Estas ideas básicas siguen siendo importantes. Parecieran esperar seguir siendo develadas, para llevarlas de la intuición al hecho.
- Muchos conceptos filosóficos, tal vez la mayoría, son el resultado de mal entendidos en el uso del lenguaje
- Las expectativas de los humanos se encuentran dentro de las reglas y la lógica del lenguaje propiamente humano.
- El lenguaje, en sus reglas y en sus componentes, refleja fielmente las reglas y los componentes del mundo en el que vivimos. Nuestro mundo humano está en relación íntima con nuestro lenguaje humano. El lenguaje no es una representación de una experiencia privada, sino, por el contrario, de un mundo que es público, porque es el mundo de los humanos.
En este video se puede ver una representación teatral de una clase de Wittgenstein. Aunque llame más la atención su vehemencia y dificultad para aceptar críticas, se expone de manera sencilla sus ideas iniciales.

lunes, 11 de mayo de 2009

LOS RELATOS ÉPICOS

Lo que es el sentido de ser humano, de su circunstancia y de lo que se considera aceptable o inaceptable de él, ha sido representado en figuras épicas y religiosas pertenecientes a las culturas de la humanidad. Estas figuras no son fácilmente comparables. Sin embargo, tienen implícitas ideas sobre el origen y el sentido de la existencia humana; Unas figuras míticas representan algún conflicto permanente presente en todas las vidas; Otras representan ideales sobre cómo vivir y hacer lo correcto, que han cambiado junto con el acontecer de la historia y los cambios en las sociedades.
Aunque son relatos que han cobrado vida en el contexto de las religiones, podríamos afirmar que son historias épicas sobre transformaciones personales, aceptación del sufrimiento o del destino. Estos personajes míticos describen las emociones, pensamientos y acciones que son valoradas por las sociedades con respecto a los humanos. Son la puesta en escena del sentido de existir, de los conflictos inherentes a ello y de las sínesis morales que requerimos para sabernos únicos y existentes.